sexta-feira, 9 de dezembro de 2011

"Adviento - Inmaculada"

Carta del Asistente «Pro-Monialibus»
Fr. Joaquín Domínguez Serna ofm

A la atención de la Madre presidenta

y de las hermanas de la Federación Bética,
Santa María de Guadalupe,
de la Orden de la Inmaculada Concepción.



Mis muy queridas hermanas: Paz y bien en el Señor y en su Madre Inmaculada.
Al acercarse la Solemnidad de la Virgen Inmaculada, como es ya una costumbre, me quiero hacer presente nuevamente entre vosotras con el fin de desearos toda felicidad y paz en estos días tan especiales en los Monasterios de la Concepción y para la Iglesia al mismo tiempo que trasmitiros, en la medida de mis posibilidades, todo el impulso y ánimo de parte de Dios para que mantengáis viva y con firmeza la llama de la fe y el ardor de la fidelidad.
1. Adviento

Al empezar el tiempo de Adviento volvemos a caer en la cuenta de que Dios viene, que sigue viniendo, que se acerca y cumple la promesa de revelarnos cuál es su nombre y también cuál es su verdadero designio. La Iglesia quiere que meditemos en este misterio que acorta la lejanía y que mata el mal de ausencia. Es Dios, el mismo Dios, el que decide acercarse, estar presente… y tocar nuestra realidad, nuestra indigencia, nuestras pocas posibilidades…
A partir del anuncio de las promesas todo empieza a cambiar, ya se anuncia que las frustrantes tinieblas no van a tener siempre razón, que la cerrazón de los corazones no tienen la última palabra, que la naturaleza y la humanidad que giran sobre sí mismas no tienen futuro. Ahora se advierte que Dios ha decidido venir al encuentro de la humanidad y de cada hombre en su limitación, en su fragilidad y en su poquedad. Pero ahí justamente contemplamos el inconcebible misterio de la Encarnación del Verbo. Y a partir de ese momento hemos empezado el tiempo de Dios, el tiempo futuro, el tiempo nuevo.
Además, este tiempo nuevo viene lleno de misterios y de paradojas, tales como el silencio, la noche, el mensaje velado y una promesa desconcertante que llena de esperanza a todos los hombres de la tierra: “para Dios no hay nada imposible”.
Este anuncio nos llena de consuelo y alegría, pero también nos abre más y más al expectante lenguaje de la fe: “dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.
En este tiempo de muchas incertidumbres, la fe, nuestra fe en Dios que ha enviado a su Hijo Jesús, es nuestro verdadero tesoro escondido, nuestra verdadera perla. Aun a pesar de los muchos signos que nos hablan de desencanto, de malestar, de callejones sin salidas, nuestra esperanza se hace verdad en la medida en que nos adentrarnos en la lógica de la fe, basada en la gratitud y en la humildad: “Engrandece mi alma al Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava”. Ahora, al igual que en Belén y en todos los otros Nazaret del mundo somos llamados a anunciar la Gloria de Dios que ha aparecido en la tierra y que se manifiesta en cada hombre y en cada acontecimiento: “El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la esperanza dichosa de su reino” (Prefacio III de Adviento).
2. Inmaculada
En María resplandece la sublime y sorprendente ternura de Dios hacia todo el género humano: en ella la humanidad recobra su antigua belleza, y el plan divino se manifiesta más fuerte que el mal, capaz de ofrecer posibilidades siempre nuevas de vida y de salvación. ¡Qué grandes perspectivas abre el misterio de la Inmaculada!, decía el Beato Juan Pablo II:
• A la mujer de este tiempo, que busca, a veces de manera ardua, su auténtica dignidad, la Toda Hermosa muestra las grandes posibilidades que encierra el genio femenino cuando está impregnado por la gracia.
• A los pequeños y a los jóvenes, que miran con confianza, no exenta de temor, hacia el futuro, María les recuerda que el Señor no defrauda las profundas expectativas de la persona y sale al encuentro de quienes desean construir un mundo más fraterno y solidario.
• A los que se hallan inmersos en el mal y el pecado, pero que sienten la nostalgia del bien, la Inmaculada les señala posibilidades concretas de rescate en la búsqueda sincera de la verdad y en el abandono confiado en las manos del Señor.
• A los que sufren en el cuerpo y en el espíritu, así como a los humillados de la historia, la Virgen les anuncia el Dios de la vida, que invita a sus hijos a la alegría y a la libertad, a pesar de las duras consecuencias del pecado que desfiguran al mundo.
• La Iglesia misma, viendo en la Virgen Inmaculada su comienzo y su modelo, se redescubre como obra de la Iglesia de Dios, llamada a realizar, aun en medio de ambigüedades y las tentaciones del mundo, la sublime vocación de «esposa de Cristo llena de juventud y de limpia hermosura» (Prefacio de la Inmaculada).
En el clima del Adviento, tiempo de ferviente espera de la Navidad, esta solemnidad nos recuerda que también nosotros estamos llamados a ser «santos e inmaculados» (Ef 1, 4), (cf. Juan Pablo II, Angelus en la Solemnidad de la Inmaculada, 1995).
3. Vocación concepcionista

Ha terminado este año jubilar, tan lleno de bellos y abundantes frutos. Han sido numerosas las iniciativas generales, de la Orden y de los Monasterios a través de las cuales hemos celebrado los 500 años de la aprobación Regla. Sería también un bello fruto desear tener suficiente silencio y estudio para asimilar cuanto de bueno y generoso nos ha concedido el Señor durante este año: gratias agimus tibi (¡Te damos gracias, Señor!). Toca ahora, pues, ese tiempo en donde esparcida la semilla, en lo oculto de la tierra, resurja el fruto y una abundante cosecha. Así se lo pedimos a la Madre Inmaculada y a su fiel hija Beatriz.
Que el Dios Fiel y lleno de ternura que se nos manifestó en el Niño envuelto en pañales en Belén, acompañado de su buena Madre, la Virgen Inmaculada, os conceda una feliz jornada de la Concepción y os bendiga siempre.
1 de diciembre de 2011

quinta-feira, 8 de dezembro de 2011

AVÉ MARIA PURÍSSIMA

A TODAS LAS HERMANAS

DE LA CONFEDERACION
SANTA BEATRIZ DE SILVA


Queridas Hermanas.
Me acerco por primera vez a vosotras, como Coordinadora de la Confederación en este marco del Adviento y nuestra Madre Inmaculada. Y lo hago con cierto “temor y temblor” por este servicio que se me ha confiado. Pero también con mi confianza puesta en el Señor y en vosotras que me ayudaréis con vuestra oración y colaboración.
Somos una familia que ha ido creciendo en estos años donde, juntas, hemos hecho un camino y hemos compartido formación, celebraciones etc. y esto ha hecho que nos conozcamos y nos queramos como hermanas, compartiendo un precioso Carisma en la Iglesia. Todo ello es motivo para sentirme apoyada y arropada por todas vosotras, especialmente por las que he podido conocer personalmente y relacionarme más de cerca. Y quiero dar mi agradecimiento especial, en nombre de toda la Confederación, a nuestra Hermana Maria de la Cruz Alonso, por su entrega incondicional a la Orden y por su interés por la formación en la que todas hemos salido enriquecidas.
Creo, sin duda, que este servicio lo tenemos que hacer entre todas, pues somos miembros de un mismo Cuerpo y compartimos una misma espiritualidad. Y es esto es lo que sin cesar nos está pidiendo la Iglesia, vivir y trabajar en COMUNIÓN; y es lo que el mundo necesita ver en nosotras: nuestra comunión.
Comenzamos el Tiempo fuerte de Adviento, tiempo de espera y esperanza, tiempo para una mirada contemplativa honda, acogedora, como lo hizo María, quien nos enseña a mirar y a esperar… pero sobre todo nos enseña a acoger la Vida para hacerla presente en nuestro hoy, y nos dice cómo tiene que ser nuestro “mirar”, a la manera de Dios: amándolo, compadeciéndose, involucrándose… María nos lleva de la mano y nos conduce a vivir sus actitudes, su confianza, su fiat siempre renovado en cada una de nosotras, porque eso tiene que ser una concepcionista, una prolongación del Sí de María, una presencia del Dios de la Vida, y aprender de ella lo que nos dicen nuestras Constituciones: “En existencia humilde y en actitud permanente de fe, María responde al amor infinito de Dios con su Fiat”. (CC GG. 10).
La Solemnidad de la Inmaculada Concepción nos lleva a contemplar de nuevo a María como nos la presenta la Regla nº 6: “Hecha tálamo celeste y singular del Rey Eterno”. María Inmaculada, la Tota Pulchra, espejo radiante donde nos miramos cada una, para ser cada vez más esa imagen y ese proyecto que Dios ha soñado para nosotras.
Adviento e Inmaculada, están muy unidos, y desde aquí se nos invita a nacer de nuevo, a vivir una nueva esperanza…”Brotará un renuevo y de su raíz florecerá un vástago” (Is 11,1). María nos trae a Jesús, el Salvador y con Él se iluminan todas las sombras y se llena de sentido y de gozo nuestra vida.
Queridas hermanas, vivamos este momento nuestro de la historia, como hora de gracia, sintiéndonos pertenencia unas de otras como Iglesia, como Orden, y con una misión concreta recibida del Señor. Recordamos las palabras que nos dijo en Toledo el Ministro General: “Vuestra contemplación es misión, vuestra existencia vivida en amor, fidelidad y alegría será misionera” (II Congreso internacional, mayo2011).
Que nuestra Santa Madre Beatriz nos ayude a vivir desde este espíritu y compromiso, y nos enseñe a acoger el don recibido como ella lo supo acoger y hacer fructificar.
Feliz día de la Inmaculada para todas y una felicitación a las que lleváis los bonitos nombres de Inmaculada, Concepción, Purísima…
Un abrazo grande y fraterno para todas y la súplica de una oración por esta hermana vuestra. Sé que cuento con ella. Por tanto ¡GRACIAS DE CORAZÓN!
Madre Maria Celina Arranz oic
Coordinadora de la Confederación Sta. Beatriz de Silva
Peñaranda de Duero, 25 de noviembre de 2011

quarta-feira, 7 de dezembro de 2011

9º Dia
NOVENA DA IMACULADA CONCEIÇÃO
1. Celebramos (...) a (...) Imaculada Conceição da Bem-Aventurada Virgem Maria, data tão querida ao povo cristão. Ela insere-se bem neste clima do Advento e ilumina com esplendor de luz puríssima o nosso itinerário espiritual rumo ao Natal.
Contemplamos hoje a humilde jovem de Nazaré preservada, com privilégio extraordinário e indizível, da contaminação do pecado original e de qualquer culpa, para poder ser morada digna do Verbo encarnado. Em Maria, nova Eva, Mãe do novo Adão, o admirável e originário desígnio de amor do Pai é estabelecido de maneira ainda mais admirável. Por isso, a Igreja reconhecida aclama: "Através de Ti, Virgem Imaculada, reencontramos a vida: concebeste por obra do Espírito Santo e o mundo recebeu de Ti o Salvador" (Liturgia das Horas, Memória de Santa Maria, sábado, Antífona ao Benedictus).
2. A liturgia de hoje repropõe a narração evangélica da Anunciação. A Virgem, ao responder ao Anjo, proclama: "Eis a escrava do Senhor. Faça-se em mim segundo a tua palavra" (Lc 1, 38). Maria dá o seu consentimento total com a mente e o coração aos arcanos desígnios divinos e dispõe-se a receber, primeiro na fé e depois no seio virginal, o Filho de Deus.
"Eis!". Esta sua adesão imediata à vontade divina constitui um modelo para todos nós, crentes, para que nos grandes acontecimentos, como também nas vicissitudes quotidianas, nos entreguemos totalmente ao Senhor.
Com o testemunho da sua vida, Maria encoraja-nos a acreditar no cumprimento das promessas divinas. Chama-nos ao espírito de humildade, justa atitude interior da criatura em relação ao Criador; exorta-nos a ter total esperança em Cristo, que realiza plenamente o desígnio salvífico, mesmo quando os acontecimentos se demonstram obscuros ou difíceis de aceitar. Como estrela resplandecente, Maria guia os nossos passos ao encontro do Senhor que há-de vir.
3. Caríssimos Irmãos e Irmãs! Dirijamos o olhar para a Imaculada toda Santa e toda Bela. Maria, nossa Advogada, Mãe do "Rei da paz", que esmaga a cabeça da serpente, ajude todos nós, homens e mulheres do terceiro milénio, a resistir às tentações do mal, fortaleça nos nossos corações a fé, a esperança e a caridade a fim de que, fiéis à nossa chamada, saibamos ser, ao preço de qualquer sacrifício, destemidas testemunhas de Jesus Cristo, Porta Santa da salvação eterna.
(Solenidade da Imaculada Conceição da Bem-Aventurada Virgem Maria, Beato João Paulo II, "Angelus", 8 de Dezembro de 2000)

terça-feira, 6 de dezembro de 2011

Carta de la Madre Presidenta
en la solemnidad de la Inmaculada

A TODAS LAS HERMANAS
DE LA FEDERACIÓN SANTA MARIA DE GUADALUPE


María Inmaculada
Reina y Madre
de la Orden de la Inmaculada Concepción


Mis queridas hermanas: al acercarse la gran fiesta de nuestra Madre Inmaculada, quiero estar cerca de vosotras y que mi presencia sea punto de encuentro y comunión. Os tengo cada día y en cada momento muy presentes dentro de mí y aunque sea en la forma sencilla de una carta, con ella va todo mi corazón y mi cariño.
Quisiera compartir algunas consideraciones sobre el misterio que inspira nuestra existencia y vocación.
En la significación del misterio de la Concepción Inmaculada de María está la iniciativa de Dios que tiene soberanía en la vida del hombre. Pero también hay otro misterio, la libertad del hombre que Dios nos ha regalado y que podemos utilizarla para construir el Reino o para demolerlo. Ya tomemos un camino u otro, Dios nos sostiene con su misericordia.
La Inmaculada toca lo más profundo de nuestro ser para dar una respuesta a Dios desde la libertad, tal y como ella lo hizo cuando el ángel le planteó el plan que Dios, desde toda la eternidad, había pensado para ella.
María es la perfecta redimida por Dios y ella la perfecta disponible al proyecto de Dios sobre el hombre. María, es la mujer más cercana a Dios, la más cercana a la divinidad. Las hermanas Concepcionistas vamos a la zaga de María. Si queremos vivir nuestro don vocacional, hemos de tener cariño de hijas para imitar a la Madre, copiar en lo más posible sus actitudes de vida y de entrega para servir al Hijo. No olvidemos que estamos en la Iglesia para el servicio, la contemplación y la celebración activa del misterio de María Inmaculada. (Cf CC.GG 9)
“En existencia humilde y en actitud permanente de fe, María responde al amor infinito de Dios con su Fiat engendrando al Hijo de Dios y convirtiéndose en cauce de salvación para todo el género humano”. (CC.GG.10)
Nosotras, hermanas Concepcionistas, estamos llamadas a vivir estas realidades y estar abiertas al Espíritu como María, con generosidad a las iniciativas del Padre sobre nuestras vidas, para ser de este modo, prolongación activa de la historia de la salvación para toda la Iglesia.
Nuestra vida de silencio y escucha de la Palabra ha de ser cuidada y mimada en nuestras comunidades. Es ese silencio habitado que nos hace disfrutar en lo profundo de nuestro corazón, del deseo, ilusión y necesidad de donación que el Espíritu deposita dentro de nosotras cada día, cuando el Cuerpo y la Sangre de Cristo Redentor se funde con nuestra débil pero entregada y generosa realidad.
Es importante la escucha atenta de la Palabra, el deseo profundo de identificarnos con el mensaje que nos trasmite, estar cada día más atentas a la llamada del Maestro interior, leer los acontecimientos con los ojos y los sentimientos de Jesucristo, desde una fe profunda y confiada, creyendo en él y siguiendo su Evangelio. Todo ello conlleva despojo, renuncia a nuestros intereses, educar a ese pequeño yo que nos quiere dominar siempre alegando derechos y que solo, en contadas ocasiones, nos susurra deberes.
Se me ocurre pensar en las “capas de cebolla” que se nos han ido adhiriendo con el paso del tiempo y para deshacernos de ellas nos pican los ojos y las vamos dejando y acumulando cada vez más. Creo que es necesario despojarse con paciencia, y volver a estar desnudas delante de Dios, volver a ese primer amor inicial donde todo es frescura y donación generosa.
Hermanas, os deseo para estos días una vivencia intensa y reflejada en las hermanas, del Misterio de la Inmaculada Concepción. Que ella, como buena Madre, nos enseñe a caminar por este “divino camino” que su Hijo nos ha regalado y en el que sólo podemos ser felices, cuando seguimos sus pasos, cuando miramos con sus ojos, cuando derrochamos misericordia con las hermanas.
Muchas felicidades para este día grande y hermoso.
Madre Maria de la Cruz Alonso Paniagua oic
8º Dia
NOVENA DA IMACULADA CONCEIÇÃO
1. Com a recitação do "Angelus", repetimos todos os dias três vezes: "Et Verbum caro factum est - O Verbo fez-se homem". No tempo de Advento estas palavras evangélicas assumem um significado ainda mais intenso, porque a liturgia nos faz reviver o clima da expectativa da Encarnação do Verbo. Por isso o Advento oferece o contexto ideal para a solenidade de Maria Imaculada. A humilde jovem de Nazaré, que com o seu "sim" ao anjo mudou o curso da história, foi preservada de qualquer mancha de pecado desde a sua concepção. Foi precisamente ela que beneficiou primeiro da obra de salvação realizada por Cristo, escolhida desde a eternidade para ser Sua mãe.
2. Por esta razão, hoje os nossos olhos permanecem fixos no mistério da sua Imaculada Conceição, enquanto o coração se abre para um cântico geral de agradecimento. A liturgia realça os prodígios que Deus realizou por seu intermédio: "A alegria que Eva nos tirou, tu no-la dás no teu Filho, e abres o caminho para o reino dos céus" (Hino das Laudes). Ao mesmo tempo, somos convidados a imitá-la: Maria agradou a Deus devido à sua dócil humildade. Ao mesmo tempo respondeu: "Ecce Ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum" (Lc 1, 38). "Eis aqui a serva do Senhor"! É com esta mesma disposição interior que os crentes são chamados a acolher a vontade divina em todas as circunstâncias.
3. "Seguimos-Te Virgem Imaculada, atraídos pela tua santidade" (Antífona das Laudes). Assim nos dirigimos hoje a Maria, conscientes das nossas fraquezas, mas com a certeza da sua ajuda materna e constante. (...) Peçamos agora à Virgem Imaculada que ajude todos os cristãos a serem discípulos autênticos de Cristo, para que eles tenham uma fé sempre mais pura, uma esperança mais firme e uma caridade mais generosa.
(Solenidade da Imaculada Conceição da Bem-Aventurada Virgem Maria, Beato João Paulo II, "Angelus", 8 de Dezembro de 2002)

segunda-feira, 5 de dezembro de 2011

7º Dia
NOVENA DA IMACULADA CONCEIÇÃO

1. Celebramos (...) a (...) Imaculada Conceição da Bem-Aventurada Virgem Maria. Recordamos a intervenção extraordinária, mediante a qual o Pai celeste preservou do pecado original Aquela que seria a Mãe do seu Filho feito homem. Para Maria, que resplandece no Céu no centro da assembleia dos Beatos, se dirige hoje o olhar de todos os crentes. Voltam à mente as palavras que Dante, no trigésimo segundo cântico do Paraíso, ouve dirigir a si por São Bernardo, última guia da sua peregrinação ultraterrena: "Volta a olhar para o rosto que tem Cristo / quanto mais se parece: só a sua clareza / unicamente te pode dispor a ver Cristo" (vv. 85-87). É o convite a contemplar o rosto de Maria, porque, mais do que qualquer outra criatura, a Mãe assemelha-se com o Filho Jesus. O esplendor que se irradia daquele rosto pode ajudar Dante a suster o impacto com a visão solene do rosto glorioso de Cristo.
2. Como é preciosa a exortação do Santo Doutor da Igreja para nós peregrinos na terra, enquanto comemoramos com alegria a "Toda Bela"! Mas a Imaculada convida-nos a não determos o nosso olhar sobre ela e a ir além, penetrando na medida do possível o mistério em que foi concebida: isto é, o mistério de Deus Uno e Trino, repleto de graça e de fidelidade. Assim como a lua brilha com a luz do sol, também o esplendor imaculado de Maria é totalmente relativo ao do Redentor. A Mãe envia-nos para o Filho; passando através dela chega-se a Cristo. Por isso, oportunamente, Dante Alighieri observa: "só a sua clareza te pode dispor a ver Cristo".
3. (...) Para ganhar confiança e dar sentido à vida, os homens precisam de se encontrar com Cristo. E a Virgem é a orientação certa para a fonte de luz e de amor que é Jesus: prepara-nos para o encontro com Ele. O povo cristão compreendeu com sabedoria esta realidade de salvação e, dirigindo-se à "Toda Santa", com filial confiança a implora assim: "Iesum, benedictum fructum ventris tui, nobis post hoc exilium ostende. O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria Mostra-nos, depois deste exílio, Jesus, o bendito fruto do teu ventre. Ó clemente, ó pia, ó doce Virgem Maria".
Solenidade da Imaculada Conceição da Bem-Aventurada Virgem Maria, Beato João Paulo II, "Angelus", 8 de Dezembro de 2001

domingo, 4 de dezembro de 2011

6º Dia
NOVENA DA IMACULADA CONCEIÇÃO
(...) uma das festas mais bonitas e populares da Bem-Aventurada Virgem: a Imaculada Conceição. Maria não só não cometeu pecado algum, mas foi preservada até da herança comum do género humano que é o pecado original. E isto devido à missão para a qual Deus a destinou desde o início: ser a Mãe do Redentor. Tudo isto está contido na verdade da fé da "Imaculada Conceição". O fundamento bíblico deste dogma encontra-se nas palavras que o Anjo dirigiu à jovem de Nazaré: "Salve, ó cheia de graça, o Senhor está contigo" (Lc 1, 28).
"Cheia de graça" (...) é o nome mais bonito de Maria, nome que lhe foi conferido pelo próprio Deus, para indicar que ela é desde sempre e para sempre a amada, a eleita, a predestinada para acolher o dom mais precioso, Jesus, "o amor encarnado de Deus" (Enc. Deus caritas est,12).
Podemos perguntar: por que, entre todas as mulheres, Deus escolheu precisamente Maria de Nazaré? A resposta está escondida no mistério insondável da vontade divina. Contudo há uma razão que o Evangelho ressalta: a sua humildade. Ressalta isto muito bem Dante Alighieri no último Canto do Paraíso: "Virgem Mãe, filha do teu Filho, / humilde e alta mais do que criatura, / fim firme do conselho eterno" (Par. XXXIII, 1-3). A própria Virgem no "Magnificat", o seu cântico de louvor, diz isto: "A minha alma glorifica o Senhor... porque pôs os olhos na humildade da sua serva" (Lc 1, 46.48). Sim, Deus foi atraído pela humildade de Maria, porque achou graça diante dos olhos de Deus (cf. Lc 1, 30). Tornou-se assim a Mãe de Deus, imagem e modelo da Igreja, eleita entre os povos para receber a bênção do Senhor e difundi-la a toda a família humana. Esta "bênção" mais não é do que Jesus Cristo. É Ele a Fonte da graça, da qual Maria foi repleta desde o primeiro momento da sua existência. Acolheu Jesus com fé e com amor o deu ao mundo. Esta é também a nossa vocação e a missão da Igreja: acolher Cristo na nossa vida e doá-lo ao mundo, "para que o mundo seja salvo por Ele" (Jo 3,17).
(...) a (...) festa da Imaculada ilumina como um farol o tempo do Advento, que é tempo de vigilante e confiante expectativa do Salvador. Enquanto nos encaminhamos ao encontro do Deus que vem, olhamos para Maria que "brilha como sinal de esperança segura e de consolação aos olhos do Povo de Deus peregrino" (Lumen gentium, 68).
(Solenidade da Imaculada Conceição da Bem-Aventurada Virgem Maria, Bento XVI, "Angelus" - Praça de São Pedro, 8 de Dezembro de 2006)

sábado, 3 de dezembro de 2011

5º Dia
NOVENA DA IMACULADA CONCEIÇÃO
(...) celebramos a (...) Imaculada Conceição. É [um tempo] de intenso júbilo espiritual, no qual contemplamos a Virgem Maria, "humilde e a mais excelsa das criaturas / ponto fixo de eterno conselho", como canta o sumo poeta Dante (Par., XXXIII, 3). Nela resplandece a eterna bondade do Criador que, no seu desígnio de salvação, a escolheu para ser a mãe do seu Filho unigénito e, em previsão da morte de Cristo, a preservou de toda a mancha de pecado (cf. Oração da Colecta). Desta maneira, na Mãe de Cristo e nossa Mãe realizou-se perfeitamente a vocação de cada ser humano. Todos os homens, recorda o apóstolo Paulo, estão chamados para que sejam santos e sem defeito diante d'Ele, no amor (cf. Ef 1, 4). Ao dirigir o olhar para Nossa Senhora, como não deixar que ela desperte em nós, seus filhos, a aspiração pela beleza, pela bondade, e pela pureza do coração? A sua pureza celestial leva-nos para Deus, ajudando-nos a superar a tentação de uma vida medíocre, feita de compromissos com o mal, para nos orientarmos decididamente para o bem autêntico, que é fonte de alegria. (...)
(Solenidade da Imaculada Conceição da Bem-Aventurada Virgem Maria, Bento XVI, "Angelus" - Praça de São Pedro, 8 de Dezembro de 2005)

sexta-feira, 2 de dezembro de 2011

4º Dia
NOVENA DA IMACULADA CONCEIÇÃO
(...) O mistério da Imaculada Conceição de Maria, (...), recorda-nos duas verdades fundamentais da nossa fé: antes de tudo, o pecado original e, depois, a vitória da graça de Cristo sobre ele, vitória que resplandece de modo sublime em Maria Santíssima. A existência do que a Igreja chama "pecado original", infelizmente é de uma evidência esmagadora, basta olharmos à nossa volta e, em primeiro lugar, dentro de nós. Com efeito, a experiência do mal é tão consistente que se impõe por si só e suscita em nós a pergunta: de onde provém? Especialmente para o crente a questão é ainda mais profunda: se Deus, que é Bondade absoluta, criou tudo, de onde vem o mal? As primeiras páginas da Bíblia (Gn 1-3) respondem exactamente a esta pergunta fundamental, que interpela todas as gerações humanas, com a narração da criação e da queda dos progenitores: Deus criou tudo para a existência, em particular criou o ser humano à sua imagem; não criou a morte, mas ela entrou no mundo por inveja do demónio (cf. Sb 1, 13-14; 2, 23-24), que ao revoltar-se contra Deus, atraiu para o engano também os homens, induzindo-os à rebelião. É o drama da liberdade, que Deus aceita até ao fim por amor, prometendo contudo que haverá um filho de mulher que esmagará a cabeça da antiga serpente (Gn 3, 15).
Por conseguinte, desde o princípio "o eterno conselho" como diria Dante tem um "termo fixo" (Paraíso, XXXIII, 3): a Mulher predestinada para ser mãe do Redentor, mãe d'Aquele que se humilhou até ao extremo para nos reconduzir à nossa originária dignidade. Esta Mulher, aos olhos de Deus, desde sempre tem um rosto e um nome: "cheia de graça" (Lc 1, 28), como foi chamada pelo Anjo que a visitou em Nazaré. É a nova Eva, esposa do novo Adão, destinada a ser mãe de todos os remidos. Assim escrevia Santo André de Creta: "A Theotókos Maria, o refúgio comum de todos os cristãos, foi a primeira a ser libertada da primitiva queda dos nossos progenitores" (Homilia IV sobre a Natividade, pg 97, 880 a). E a liturgia hodierna afirma que Deus "preparou uma digna morada para o seu Filho e, em previsão da sua morte, preservou-a de toda a mancha de pecado" (Oração da Colecta).
Caríssimos, em Maria Imaculada nós contemplamos o reflexo da Beleza que salva o mundo: a beleza de Deus que resplandece sobre a face de Cristo. Em Maria esta beleza é totalmente pura, humilde, livre de qualquer soberba e presunção. (...)
(Solenidade da Imaculada Conceição da Bem-Aventurada Virgem Maria, Bento XVI, "Angelus" - Praça de São Pedro, Segunda-feira, 8 de Dezembro de 2008)

quinta-feira, 1 de dezembro de 2011

3º Dia
NOVENA DA IMACULADA CONCEIÇÃO
No caminho do Advento brilha a estrela de Maria Imaculada, "sinal certo de esperança e de conforto" (Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 68). Para chegar a Jesus, luz verdadeira, sol que dissipou todas as trevas da história, precisamos de luzes próximas de nós, pessoas humanas que reflictam a luz de Cristo e iluminam assim o caminho a percorrer. E qual pessoa é mais luminosa do que Maria? Quem pode ser para nós estrela de esperança melhor do que ela, aurora que anunciou o dia da salvação (cf. Enc. Spe salvi, 49)? Por isso, a liturgia nos faz celebrar (...), na proximidade do Natal, a festa solene da Imaculada Conceição de Maria: o mistério da graça de Deus que envolveu desde o primeiro momento da sua existência a criatura destinada a tornar-se a Mãe do Redentor, preservando-a do contágio do pecado original. Olhando para ela, nós reconhecemos a altura e a beleza do projecto de Deus para cada homem: tornar-se santos e imaculados no amor (cf. Ef 1, 4), à imagem do nosso Criador.
Que dom grandioso ter como mãe Maria Imaculada! Uma mãe resplandecente de beleza, transparente ao amor de Deus. Penso nos jovens de hoje, que cresceram num ambiente saturado de mensagens que propõem falsos modelos de felicidade. Estes jovens correm o risco de perder a esperança porque com frequência parecem ser órfãos do verdadeiro amor, que enche a vida de significado e de alegria. Este foi um tema muito querido ao meu predecessor João Paulo II, que muitas vezes propôs Maria à juventude do nosso tempo como "Mãe do belo amor". Infelizmente muitas experiências nos dizem que os adolescentes, os jovens e até as crianças são vítimas fáceis da corrupção do amor, enganados por adultos sem escrúpulos que, mentindo a si mesmos e a eles, os atraem para os becos sem saída do consumismo: também as realidades mais sagradas, como o corpo humano, templo do Deus do amor e da vida, se tornam assim objectos de consumo; e isto acontece sempre mais cedo, já na pré-adolescência. Que tristeza quando os jovens perdem a admiração, o encanto dos sentimentos mais belos, o valor do respeito do corpo, manifestação da pessoa e do seu mistério insondável!
Maria, a Imaculada que contemplamos em toda a sua beleza e santidade, recorda-nos tudo isto. Da cruz Jesus confiou-a a João e a todos os discípulos (cf. Jo 19, 27), e desde então tornou-se Mãe de toda a humanidade, Mãe da esperança. A ela dirigimos com fé a nossa oração, (...). Maria Imaculada, "estrela do mar, brilha sobre nós e guia-nos no nosso caminho!" (Enc. Spe salvi, 50).
(Solenidade da Imaculada Conceição da Bem-Aventurada Virgem Maria, Bento XVI, "Angelus" - Praça de São Pedro, 8 de Dezembro de 2007)