quarta-feira, 3 de agosto de 2011

TOMAD Y BEBED...
Han llegado los días de sol y calor abrasantes. La naturaleza con sus campos resecos, nos hace recordar nuestra sed de vida en plenitud, una sed jamás saciada. Solo Dios, la Fuente de Agua Viva, puede saciarnos.
Los salmos son expresiones de la experiencia de Dios de un pueblo concreto: el judío. Nosotras, somos invitadas, por la Iglesia, a gustar, en la oración cotidiana de los salmos, las vivencias de hombres y mujeres que han buscado el rostro de Dios y han dado una nueva frescura a sus vidas “agostadas”, teniendo todos sus sentidos atentos, al Dios que pasa en la brisa suave y se manifiesta en el ajetreo del día a día.
El fuego del deseo de Dios nos quema por dentro y nos hace buscar modos de calmar las llamas que arden sin jamás apagarse, como la zarza ardiente. Vivimos en el desierto de la ausencia de la visión de Dios y nuestro ser anhela el agua, pura y cristalina, que alivie el dolor de no poder sentir y experimentar al Dios de la vida de forma plena. ¿Has pensado que tu vida es un salmo que merece la pena poner por escrito, para que tus experiencias, puedan ayudar a otras/os, a encontrarse con el Dios de Jesús?
Busca siempre, no te canses de buscar a Aquel que te busca en cada instante y déjate encontrar, y entonces podrás decir con el salmista: “Oh, Dios, Tu eres mi Dios, por ti madrugo. Mi alma está sedienta de ti, como tierra reseca, agostada sin agua”.
In Boletim «Contemplación y Vida» da Federação Bética da Ordem da Imaculada Conceição,
nº 18, Julho de 2011, primeira página
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