terça-feira, 10 de maio de 2011

(continuação)
ESPIRITUALIDAD DE LA REGLA CONCEPCIONISTA
TRES GRANDES FIGURAS
GASPAR CALVO MORALEJO, OFM
Conferencia en la Casa Madre de la Orden,
el 18 de febrero de 2011


LA M. ANGELES SORAZU
En orden cronológico, el tercer testimonio que embellece la observancia de la regla concepcionista con verdadero fruto de santidad, lo ofrece la M. MARÍA DE LOS ANGELES SORAZU, (Zumaya, 1873, Valladolid 1921), cuya causa de beatificación está también introducida. De la concepcionista de Valladolid ha podido afirmarse es, por su originalidad y enriquecedora experiencia mística, una de las más insignes que registra en sus documentos la historia de la Iglesia (P. E Hernández). Baste recordar es una fidelísima cumplidora de la regla concepcionista cuyo centenario se celebra. Con ansias auténticas de santificación y siendo seguidora entusiasta de las enseñanzas marianas de la M Agreda, sobresale como su eminente discípula. En su MCD con la exposición de la Vida de la Virgen, presenta el modelo perfecto para la observancia de la regla concepcionista, que han de cumplir las religiosas asimilando en sus almas las virtudes de la Virgen y reproduciendo su vida, afirma, (AUTO.n.118ss), amando y aborreciendo lo que ella había amado o aborrecido recuerda con la M. María de Jesús (MCD). Y el amor que la M. Sorazu sentía por la santa regla, se manifiesta en la fidelidad en su cumplimiento.
El amor a la Virgen, Nuestra Madre, le servía de alas para elevarse a Dios: y el amor a ese Dios misericordioso, a su vez, elevaba su alma hasta el encuentro con la Virgen Toda Santa - (AUTO.n124) La frecuente lectura de la MCD la animaba a vivir decidida la imitación de su Madre Inmaculada (AUT N70s). Por lo que escoge a la misma Sor Maria de Jesús como su modelo para imitarla y su protectora, para que la ayude en su empeño, Esa frecuencia de su recuerdo se la actualiza una estampa de la Venerable, que contemplaba en su celda junto a la imagen de la Virgen Santa. (AUTO, n 217).
La joven concepcionista, que desde niña, sentía en su alma la presencia de ese germen mariano, recibido en el bautismo con la gracia santificante de la vida cristiana, afirma, tenía que desarrollarlo juntamente con ella, Porque, como Pablo VI, enseñará muchos años más tarde, ese germen mariano constituye, precisamente, un elemento cualificador de la genuina piedad de la Iglesia, (MC, Intr.) y de la devoción mariana, siempre unido a Cristo en el alma creyente. Y en sentir de Juan Pablo II manifiesta la dimensión mariana de la vida de los discípulos de Cristo (RM. 45) es decir: de la vida mariana que debe resplandecer en ellos.
La M. Sorazu manifiesta que ella encontraba a Dios en María, y lo encontraba y poseía en el grado que reclama mi corazón, (AUTO.n.421) por lo que expuse a la Virgen la imperiosa necesidad que sentía de perpetuarme a su lado confirmando mi vida mariana, mi total dependencia de la Señora, (AUTO.n.422) estrechando de esa forma sus relaciones con su Divino Hijo, Y la Virgen Madre, al acoger la plegaria de Sor Angeles, se sonrió con visible complacencia. Y el mismo Señor le manifestó, a la vez, esa misma singular complacencia por mi fidelidad a la vida mariana (IBIDEN) La acción del Espíritu Santo era quien a ello la impulsaba y sostenía.
Por eso se había consagrado el 8 de octubre de 1892 a María, para emplearme todo en el amor y servicio de la Señora, de ocuparme siempre en las cosas que se relacionan con su gloria y depender de su voluntad para todo. Incluso por cuanto a sus relaciones con nuestro Señor se refería, en todo quería depender de la bendita Madre, pues yo soy toda, toda de la Virgen, que la pertenezco absolutamente y que quería pertenecerla no sólo en el tiempo sino que también en la eternidad (AUTO, n422 p 363).
Quería amarla con todo su corazón; y cumplir de ese modo con su vocación de glorificar a Jesús por entero, y en El a la Divinidad Santa. Por eso se consagra y entrega por completo a la Señora, y con filial confianza, en Ella, hace extensiva su consagración a Dios mismo. Y por medio del Verbo Divino Humanado amaba, a la vez, a la Virgen Madre. Y le encargaba extendiese a la Virgen Madre la práctica de su vida mariana Era este un pacto de amor que con Jesús había hecho, que renovaría incesantemente desde el primer momento de cada día.. Quería participar de las relaciones establecidas entre Dios y la Señora, por manera que participe la vida de la Virgen enjesusada, endiosada en las comunicaciones divinas que Dios N. Señor quisiera concederme en lo sucesivo (IBIDEM , p. 364). Si el Señor se lo concede, sería para ella como el feliz coronamiento de mi fidelidad a la práctica de la vida mariana que tanto le agrada a Dios N. Señor y obliga a la Señora a utilizar su Omnipotencia suplicante en beneficio de las almas que lo practican (p.365). Estoy convencida, que la vida mariana es el camino más seguro para arribar a las playas de los diversos grados de la divina unión y el medio de merecer las predilecciones de N. Señor (365).
La fundamentación mariana, concluye, es previa al seguimiento de las vías sobrenaturales, de lo que está convencida, afirma. Por lo que en la práctica de la vida mariana con mayor perfección cada día, quiere vivir y morir, ocupada toda en amaros y serviros, y en Vos y con Vos servir y amar a vuestro Divino Hijo, mi Dios, a Dios Padre y a Dios Espíritu Santo. (p, 366) Quiere hacerlo todo en Vos, por Vos y para vuestra gloria, le dirá a la Virgen, porque es su intención irrevocable… hacer todo en Vos, por Vos, con Vos y par vuestra gloria y por vuestro medio glorificar a mi Dios (p.367).
Como meta final de las aspiraciones y deseos de su vida mariana le pide a la Virgen: requeridle para que pase por vuestro corazón las gracias que quiere prodigarme, para que las perciba a través de vuestras relaciones sobrenaturales, y en ellas participe vuestra vida fundida en Jesucristo, vuestro enjesusamiento elevado a la altura de la vida de Dios (p.367). Por lo que protestará ante la bendita Madre eternamente que soy toda vuestra, y en Vos y con Vos, toda de mi Dios, que soy toda de mi Dios y en Dios y con Dios toda, toda, toda vuestra (p, 367).
Se puede así contemplar en la M, Angeles Sorazu el modelo perfecto de la concepcionista franciscana, fruto sazonado y glorioso de esta regla centenaria. Y en sus enseñanzas encontrar el verdadero camino de santificación al alcance de todas las almas.
(continua)

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