terça-feira, 7 de dezembro de 2010

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCION 2010
Hna. María de la Cruz Alonso Paniagua
Coordinadora
A TODAS LAS HERMANAS
DE LA CONFEDERACIÓN SANTA BEATRIZ DE SILVA

DE LA ORDEN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Acercándonos a la fiesta de nuestra Madre Inmaculada, quiero de alguna forma estar cerca de vosotras para alabar, bendecir y honrar a nuestra Madre del Cielo. Los hijos se reúnen para preparar el cumpleaños de su madre, hacerle un obsequio y agasajarla con lo mejor que tienen. Nosotras no podemos hacer menos, tenemos que cultivar en nuestra forma de pensar y en nuestra forma de vivir todo lo que favorezca la unión entre nosotras, ceder en favor de las demás todo lo que nos pertenece, especialmente nuestra persona con los bienes que el Señor nos ha dado pues todo se nos dio para el bien común y es lo que agrada a nuestra Madre.
María está libre de pecado porque está llena de gracia, en ella todo es plenitud, no hay cabida para la imperfección. Ella es la disponible a los planes de Dios sobre su persona y sobre el mundo, pero lo vive desde la fe, crece en la fe y se alimenta de la fe, como cualquier cristiano, como cualquiera concepcionista. Las hermanas concepcionistas vamos a la zaga de María, siguiendo sus pasos, adentrándonos en la espesura de los planes del Hijo. Nuestra misión es estar a la escucha, intuir, contemplar el vacío, la ausencia de palabras, el no entender, el no comprender, pero con la seguridad de la PRESENCIA misteriosa y amorosa de Dios que nos hace vivir con una esperanza cierta. En el camino, descubrimos y sentimos a la vez, la presencia de la Madre que nos conduce a su Hijo y nos hace abrir nuestro corazón a lo que él quiera.
Nos acercamos a la fiesta de la Mujer vestida de sol, aquella que según la Regla en el capítulo 7, debemos llevar entronizada en nuestros corazones. La consecuencia es que nuestro corazón está llamado a estar cada vez más lleno de gracia y ausente de pecado, está llamado a ser dócil y moldeable a la voz y al querer del Espíritu, está llamado a ser sensible, a estar enraizado en nuestra tierra, en nuestro mundo, a vivir los gozos y las tristezas y esperanza de nuestros hermanos los hombres, pero a estar vuelto hacia el reino futuro, a no tener ciudad permanente que nos ate y nos detenga, a ser plenamente de esta tierra pero a descansar el corazón en la Ciudad futura. Hermanas estamos en pleno año jubilar, sobre todo hemos de cuidar las raíces, que estén sanas y fuertes para dar vigor a nuestra madre la Iglesia. A Ella tenemos que agradecerle ser cobijadas en su seno.
En estos días hemos recibido dos Decretos concedidos por la Santa Sede, uno concediéndonos la Indulgencia Plenaria para el año del V Centenario y otro la confirmación de que Santa Beatriz nació en Campo Maior (Portugal). Demos gracias a Dios por todo, ya que en especial esto último ha causado un poco de desconcierto y desorientación en los autores de las biografías de Santa Beatriz y nosotras mismas no sabíamos con seguridad su lugar de nacimiento.
Comprobamos que nuestra Orden va poco a poco creciendo en cohesión, unión y comunión entre todos sus miembros. Estamos llamadas a tomar cada día más conciencia de la pertenencia a la misma. La Orden ha de estar en primer plano en nuestro afecto e interés, preocuparnos y trabajar por ella como hijas de Santa Beatriz y hermanas unas de otras.
Quisiera animaros a fortalecer la vida espiritual, a dar mas cabida en nuestro tiempo a la contemplación, que sea éste el primer valor a cultivar, lo más importante para nuestra calidad de vida evangélica. A medida que vamos quemando etapas de la vida nos vamos acercando a Jerusalén, dejando atrás mucho afán y preocupación. Es preciso despojarse de todo ello, ir dejando cosas que siempre hemos hecho pero que llega el momento de soltar, antes que las cosas nos suelten a nosotras y así, más liberadas, dedicarnos a lo esencial. Hemos de fortalecer nuestra Orden con la entrega de la vida hasta el final.
Algunas de nuestras comunidades se van debilitando en personal, en otros lugares se van fortaleciendo con nuevas vocaciones. Estas jóvenes han de recibir por nuestra parte la herencia de una vida gastada y vivida en plenitud. Pasad con alegría y generosidad a la nueva generación la antorcha de Santa Beatriz.
Os deseo que este V Centenario que estamos celebrando, nos acerque a todas un poquito más a Jesucristo y a su bendita Madre y así, entre nosotras, continúe la corriente de unión y comunión fraterna a la cual estamos llamadas.
Feliz novena y feliz día de la Inmaculada.

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