terça-feira, 18 de agosto de 2009

Beatriz 2009
A LA ATENCIÓN
DE LAS HERMANAS

DE LA FEDERACIÓN BÉTICA

SANTA MARÍA DE GUADALUPE

DE LA ORDEN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Mis muy queridas hermanas: Paz y Bien en el Señor y en su Madre Inmaculada.
Al llegar el mes de agosto evocamos entrañablemente y con gratitud la figura de Santa Beatriz. El día que conmemoramos su partida de este mundo, celebramos su santidad y agradecemos los dones que por su persona ha concedido a su venerable Orden y también a toda la Iglesia. Cada 17 de agosto supone también la oportunidad de renovar cada vocación en aquella inspiración que el Espíritu suscitó en ella. Esa inspiración se ha hecho también punto de encuentro, de comunión, de unidad vocacional para todas las hermanas. Deseo, pues, que el día de Santa Beatriz os proporcione suficiente ilusión y valentía para proseguir el camino del Señor y los ejemplos de su Santísima Madre.
En este día vocacional y apenas terminado el Capítulo general de los Hermanos Menores en Asís, quisiera transcribir el mensaje y las palabras de nuestro Ministro con relación a las hermanas concepcionistas y a vuestra Orden:
La relación con la Orden de Concepcionistas Franciscanas (número 144 del Informe al Capítulo): Quiso la Providencia que la Orden de la Inmaculada Concepción de Santa Beatriz de Silva (= OIC) o Concepcionistas Franciscanas de vida contemplativa, hiciese, desde sus orígenes, un camino de comunión fraterna con nuestra Orden. Un camino hecho de respeto en la diversidad (no son de la Segunda Orden), y de profunda unidad en María Inmaculada, como lo reconocen sus Constituciones.
Con ellas, al igual que con las clarisas, he intentado favorecer una verdadera relación fraterna. Para ello me serví de una carta que les dirigí cada año por la fiesta de Santa Beatriz de Silva, y de encuentros fraternos con las Federaciones durante las visitas a nuestras a Entidades. También en ellas he encontrado un gran apoyo espiritual en mi ministerio a favor de los Hermanos, y también he podido comprobar en repetidas ocasiones el gran amor que nos tienen, y lo mucho que han sufrido por mantenerse unidas a nuestra Orden.
También aquí, además de los distintos servicios que a favor de ellas realiza la Oficina Pro Monialibus, la actividad más importante realizada con ellas en este sexenio ha sido el Iº Congreso Internacional de Presidentas de la OIC, querido por nuestro Definitorio general, convocado por el Ministro general, y organizado por una comisión conjunta de Hermanos y Hermanas...
Y más adelante, refiriéndose a la colaboración con las Concepcionistas franciscanas, el Ministro prosiguió: El camino de comunión que ha sido fortalecido en estos últimos años ha de ser continuado tanto desde la Curia general como, especialmente, desde las distintas Entidades. Cuanto más fuerte sea esa comunión, mayor será la riqueza espiritual para las Hermanas y para nosotros mismos. Una ocasión propicia de colaboración puede ser el V Centenario de la fundación de la Orden de la Inmaculada Concepción de Santa Beatriz de Silva que tendrá lugar en el 2011 (n. 147).
Concluyó este apartado con una invitación general a todos los hermanos y hermanas de la Orden y de la Familia, a ser santos.
"Seréis santos, porque yo soy santo" (Lev 11, 44)
A ello hemos sido llamados. Es bueno y necesario recordar siempre que ésta es nuestra vocación y nuestra misión: convertirnos en "ejemplo y espejo para los que viven en el mundo" (TestCla 20). Cada hermano ha de mantener viva la convicción de que la santidad es la medida de nuestra vida y el resultado más elocuente de todas nuestras actividades de formación permanente y de la actividad pastoral. Llamados, como nos recordó el Capítulo general 2003, a "nacer de nuevo" (Jn 3, 3) y a asumir la radicalidad del Evangelio como elemento cualificante de nuestra vida, hemos de dejarnos fascinar por la belleza de Dios y de su perfecta verdad, de tal modo que nos transformemos progresivamente, y estemos dispuesto a renunciar a todo, también a nosotros mismos. Sólo así nunca apagaremos la sed de ser santos (n. 154).
Me parece oportuno este mensaje del Ministro general tanto en cuanto estamos en medio de las celebraciones de VIII Centenario de nuestra Orden y en los preparativos del V Centenario de la Bula Ad Statum Prosperum a celebrar en el año 2011.
Estas fechas deben ayudarnos a profundizar más y celebrar mejor nuestra propia vocación. La identidad y la vivencia de la vocación concepcionista os impulsará a presentar con nuevo vigor este divino camino y hará que fructifique en bien de la Iglesia.
La vocación concepcionista tiene su fundamento en aquella forma de vida que el Espíritu Santo inspiró a Santa Beatriz de Silva, en su testimonio personal de vida y santidad, y en la acción de la Iglesia que ha confirmado esta forma de vida desde sus orígenes hasta nuestros días. Las hermanas hoy, inspiradas y llamadas por Dios, abrazan cada día esta forma de vida como oblación personal a Jesucristo, nuestro Redentor, y a su Madre, entregándose, en cuerpo y alma, como hostia viva (cf. R 1 2; CC.GG 3; 5).
Además, servir a Jesucristo, nuestro Redentor, consiste en hacerse un solo espíritu con Cristo Esposo, mediante el amor (cf. R 30). Las hermanas consagran totalmente su vida a Dios y se desposan con Jesucristo, a honra de la Concepción Inmaculada de su Madre, en la profesión de los consejos evangélicos, en la comunión fraterna y en perpetua clausura (cf. CC.GG 2).
Este servicio a Jesucristo, nuestro Redentor, consiste también en seguir sus huellas con más libertad e imitarlo más de cerca, viviendo la consagración radical con que María fue consagrada por Dios en el misterio de su Concepción Inmaculada (cf. CC.GG 25). Por eso, cada hermana, por su profesión, se consagra íntimamente al servicio de Dios por el ministerio de la Iglesia, viviendo solo para Dios y dando testimonio del género de vida que Cristo propuso a sus discípulos (cf. CC.GG 26; 28).
En esta forma de vida, no se puede prescindir de una consagración a Cristo, junto a la cual existe también una peculiar forma de consagración a la Bienaventurada Virgen María, al misterio de la Inmaculada Concepción, la Madre de Dios (cf. CC.GG 24; 28), teniéndola como ejemplo de vida (cf. R 6; CC.GG 23), imitando su conducta y siguiendo la humildad y menosprecio que ella vivió en este mundo (cf. R 7). Las hermanas, del mismo modo que María se consagró totalmente como esclava del Señor (cf. CC.GG 24), se entregan al servicio de la persona y obra del Hijo y proclaman en actitud contemplativa la soberanía absoluta de Dios (cf. CC.GG 15), y viven su condición humana en el servicio al Reino (cf. R 2; CC.GG 3).
Deseando que aquella inspiración que alentó a Beatriz siga alentando todo vuestro vivir cotidiano, al mismo tiempo que os deseo una feliz jornada, os quiero agradecer cuantas muestras de cercanía, verdadera fraternidad y atenciones he recibido de parte de cada monasterio ante los fallecimientos de los hermanos de la Provincia Bética durante el mes de junio, y también todas vuestras oraciones y reconocimientos en el día de San Joaquín.
Que el Señor os bendiga a todas y que la estrella de Beatriz siga alumbrando todos vuestros senderos.
Fr. Joaquín Domínguez Serna, OFM
Asistente religioso de la Federación Bética Santa María de Guadalupe
de la Orden de la Inmaculada Concepción

S E V I L L A
Sevilla, 30 de julio de 2009

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